LA SANTIDAD NO PASA DE MODA MIENTRAS EL HOMBRE NECESITA DE DIOS
La santidad es el camino de amor pleno a Dios y al prójimo en cada época, cultura y civilización. San José Marello vivió su propia santidad en su pueblo y en su cultura. La vida de éste santo se caracterizó por la fidelidad y la lealtad al compromiso asumido, llevándolo hasta las últimas consecuencias, incluso a costa de la propia vida. Cuando se trataba de cumplir su deber no le impedía ni la misma enfermedad, estaba dispuesto a morir en la misión: "se va a Savona, y si muero, moriré cumpliendo la voluntad de Dios". En efecto, allí ofrendó la vida un 30 de mayo de 1895.
San José Marello es declarado como ejemplo de vida santa para los cristianos de todo el mundo por el Papa Santo Juan Pablo II, en el año 2001. La vida y pensamiento de San José Marello sigue vigente en la vida de los Oblatos de San José, y de muchos católicos que lo conocen y se esfuerzan por practicar las virtudes que vivió este Santo. Una de las grandes virtudes que le caracterizó fue la humildad y sencillez de vida, pues supo confiar plenamente en la gracias y poder de Dios: "Todo para la gloria de Dios, ¡Bendito!". Además, fue un hombre de fe, amor y esperanza, porque, nunca dejó de creer, ni hacer el bien, ni esperar con alegría, pues era un hombre muy paciente y comprensivo. En cierta manera, la fuerza y la energía que salía de su interior era porque vivía en oración constante en el silencio de su propia conciencia, es decir, como buen primer Oblato de la historia supo vivir la presencia de Dios como virtud. No fue un Santo espectacular ni milagrero, sino, siempre pasó muy desapercibido y escondido en el corazón de Jesús, manso y humilde, pero muy eficaz y eficiente en el buen obrar del cada día de la vida. Es decir, San José Marello se dejó guiar por el Espíritu Santo, ya sea como creyente, Sacerdote, Fundador y Obispo. En este sentido, su inteligencia y ciencia era fruto de su comunión íntima con Dios; su fortaleza y sabiduría manaban de su apertura a la palabra de Dios, meditada y contemplada; su piedad y temor de Dios fluían de su encuentro permanente con Jesús en cada Eucaristía celebrada con fervor y devoción; las palabras de consejo para el bien de los fieles era consecuencia de vivir con gozo la oración asidua y profunda de corazón, que diariamente se complacía en la docilidad a la gracia divina.
En efecto, la santidad de San José Marello está caracterizada por la vida ordinaria llevada de modo extraordinario; supo hacer el bien sin vanidad ni aspaviento, sino en silencio, pues comprendió que toda obra buena viene de Dios , y el hombre es un simple colaborador y servidor. Simplemente, San José Marello nos dice que la santidad no ha pasado de moda, sigue vigente hoy, como reto de perfección para cualquier estado de vida de cada persona. Hoy, nos corresponde ser los santos del siglo XXI, Marello vivió lo suyo, ahora te toca a ti. Con razón, desde muy joven su lema fue: "Cuando la meta esta fija, aunque el mundo se caiga, hay que mirar siempre allá", para ello contaba con una "fe inquebrantable" y "una voluntad firme" con un carácter fuerte. Es decir, la santidad de San José Marello es una santidad de virtud, y, no fruto de la ciencia infusa ni de un iluminado, él luchó cada día para corresponder a la gracias divina. La respuesta es tuya en este tiempo para vivir santamente.(Marcos)
+ Marcos Trujillo Reaño
25 de noviembre de 2019