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domingo, 3 de marzo de 2024

NOVENA EN HONOR A SAN JOSÉ - DEL 10 AL 18 DE MARZO

  

Esposo de María y Patrono de la Iglesia universal






Primer Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús así como consolaste a tu padre amado en las perplejidades e incertidumbres que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima Madre su esposa, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José nos concedas mucha prudencia y acierto en todos los casos dudosos y angustias de nuestra vida, para que siempre acertemos con tu santísima voluntad.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Segundo Día de la Novena a San José
Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Angeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de San José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de la gloria.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Tercer Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.





Cuarto Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado de la pena que le causó la profecía de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los Santos, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José que nos concedas la gracia de ser de aquellos para quienes tu sirves, no de ruina, sino de resurrección, y que correspondamos fielmente a tu gracia para que vayamos a tu gloria.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Quinto Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como tu amado padre te condujo de Belén a Egipto para librarte del tirano Herodes, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos libres de los que quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos, nos des fortaleza y salvación en nuestras persecuciones, y en medio del destierro de esta vida nos protejas hasta que volemos a la patria.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Sexto Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús así como tu padre amado te sustentó en Nazaret, y en cambio tú le premiaste en tu santísima compañía tantos años, con tu doctrina y tu dulce conversación, así te rogamos humildemente, por intercesión de San José nos concedas el sustento espiritual de tu gracia, y de tu santa comunión, y que vivamos santa y modestamente, como tú en Nazaret.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.





Séptimo Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como por seguir la voluntad de tu padre celestial permitiste que tu amado padre en la tierra padeciese el vehementísimo dolor de perderte por tres días, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que antes queramos perder todas las cosas y disgustar a cualquier amigo, que dejar de hacer tu voluntad; que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal, o que si por desgracia te perdiésemos te hallemos mediante una buena confesión.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Octavo Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, que en la hora de su muerte consolaste a tu glorioso padre, asistiendo juntamente con tu Madre su esposa a su última agonía, te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos concedas una muerte semejante a la suya asistido de tu bondad, de tu Santísima Madre y del mismo glorioso Patriarca protector de los moribundos, pronunciando al morir vuestros santísimos nombres, Jesús, María y José.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.






Noveno Día de la Novena a San José




Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como has elegido por medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre para protector de tu Santa Iglesia Católica, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José, nos concedas el que seamos verdaderos y sinceros católicos, que profesemos sin error la fe católica, que vivamos sin miedo una vida digna de la fe que profesamos, y que jamás puedan los enemigos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños seducirnos y apartamos de la única y verdadera religión que es la Católica.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.


jueves, 10 de febrero de 2022

DOLORES Y ALEGRÍAS DE SAN JOSÉ



DOLORES Y ALEGRÍAS DE SAN JOSÉ




 Glorioso San José, por el dolor y el gozo que viviste en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios en el seno de nuestra Santa Madre la Virgen María. Obtiene para nosotros la gracia de la confianza en Dios.



Glorioso San José, por el dolor que experimentaste al ver nacer al Niño Jesús en tanta pobreza y por el gozo que sentiste al ver como lo adoraban los ángeles. Obtén para nosotros la gracia de acercarnos a la santa comunión con fe, humildad y amor.




Glorioso San José, por el dolor que experimentaste al circuncidar al Divino Niño y por el gozo que sentiste al ponerle el nombre de Jesús, ordenado por el ángel. Obtén para nosotros la gracia de quitar del corazón todo aquello que no es bueno frente a los ojos de Dios.




Glorioso San José, por el dolor y el gozo que experimentaste al escuchar la profecía del viejo Simeón, que anunciaba la perdición y por otro lado la salvación de tantas almas mientras tomaba al Niño Jesús en sus brazos. Obtén para nosotros gracia de meditar los dolores de Jesús y los dolores de María.




Glorioso San José, por el dolor que experimentaste al huir a Egipto y por el gozo que sentiste al tener siempre contigo a Dios junto a su Madre. Obtén para nosotros la gracia de poder cumplir con fidelidad y amor todos nuestros deberes.



Glorioso San José, por el dolor que experimentaste en la persecución del Niño Jesús y por el gozo de volver a tu casa de Nazaret. Obtén para nosotros la gracia de hacer siempre la voluntad de Dios.



Glorioso San José, por el dolor que sufriste cuando se perdió Jesús y por el gozo que sentiste cuando lo encontraste. Obtén para nosotros la gracia de llevar una buena vida y morir santamente.

¿QUÉ ES EL PATROCINO DE SAN JOSÉ? EXPLICACIÓN





El Patrocinio de San José.


A lo largo del tiempo la fe de la Iglesia buscó el Patrocinio de San José para: la Iglesia Universal; las familias; los que se consagran en virginidad y celibato; institutos de religiosos y consagrados; cofradías, escuelas; los obreros y los artesanos; los moribundos, porque, según una piadosa tradición, san José fue asistido por Jesús y María, en la hora de su muerte.


La iniciativa de celebrar la fiesta del patrocinio de san José se debe al carmelita descalzo Juan de la Concepción (1625-1700), que fue primero Provincial de la Provincia de Cataluña y después Prepósito General de la Congregación española. Obtuvo del Capítulo General de 1679 la aprobación de la fiesta del patrocinio de san José, cuyos textos litúrgicos fueron realizados por otro carmelita descalzo catalán, el P. Juan de San José (1642-1718). La Congregación para los Ritos, después de una auténtica reconstrucción de los textos hecha por el cardenal G. Casanate, los aprobó el 6 de abril de 1680. Se fijó la fiesta del patrocinio en el tercer domingo después de Pascua. Rápidamente, esta celebración se extendió a muchas órdenes y congregaciones religiosas, hasta la proclamación del patrocinio sobre la Iglesia universal.


El 10 de septiembre de 1847, con el decreto de la Congregación para los ritos Inclytus Patriarcha Joseph, el papa Pío IX, en tiempos de grave tribulación, extendió a toda la Iglesia la fiesta del patrocinio de san José, a celebrar el tercer domingo de Pascua. Como textos litúrgicos para la misa y el oficio se tomaron, con alguna adaptación, los usados por los carmelitas. Fue la primera intervención a favor del culto a san José realizada por Pío IX, cuando había pasado apenas un año del inicio de su pontificado, caracterizado de una gran devoción al padre de Jesús. En ocasión de la convocatoria del Concilio Vaticano I llegaron al papa numerosas peticiones para que se incrementase mayormente el culto a san José, en particular mediante su proclamación como patrono de la Iglesia universal. El Concilio, interrumpido bruscamente en septiembre de 1870, no tuvo tiempo de escuchar esta petición. Por ello, el 8 de diciembre de ese año, el mismo Pío IX procedió a la solemne proclamación mediante el decreto de la Congregación para los Ritos Quemadmodum Deus.


La fiesta del patrocinio de san José fue desplazada en 1913 al miércoles de la tercera semana después de Pascua, para ser sustituida en 1956 por la memoria de san José obrero, fijada el primero de mayo.




ORACIÓN PIDIENDO A SAN JOSÉ SU PATROCINIO

¡Oh glorioso San José!. Por tu profundísima humildad, por tu mansedumbre inalterable, por tu paciencia invencible, por tu pureza angelical y por la perfectísima fidelidad que te hizo puntual imitador de las virtudes de Jesús, te pido me consueles en todas mis penas, me dirijas en mis dudas, me defiendas en las tentaciones y extiendas tu brazo contra todos mis enemigos, visibles e invisibles, rompiendo y desbaratando los lazos y celadas que tienden y arman contra mí. ¡Oh mi amado San José!, ruega también a Jesús, por el triunfo de la Santa Iglesia, por el Romano Pontífice, los Obispos, los Sacerdotes y todas las Ordenes religiosas; ruega por la perseverancia de los justos, por la conversión de los pecadores y por el regreso de los herejes y cismáticos al seno de la Iglesia. Protege y defiende nuestra patria y haz que prosperen en ella la religión, la justicia. la paz, la virtud y las buenas costumbre. Oye, pues, nuestras súplicas, escucha nuestros clamores, enjuga nuestras lágrimas y haznos dignos de alabar en el cielo a la Santísima Trinidad, que te ha coronado de tanta gloria. Amén. 

domingo, 18 de abril de 2021

7 VIRTUDES DE SAN JOSÉ QUE PUEDES IMITAR EN LA VIDA DIARIA

 


 

7 virtudes de San José que puedes imitar en la vida diaria



 En un mundo donde la masculinidad se pone en tela de juicio y se duda de casi cualquier hombre por el hecho de ser hombre. San José no solo nos recuerda la virtud del varón sino también su encomienda y encargo. Su paternidad es ejemplo para todos los cristianos. No en vano San José es patrono de la Iglesia universal.

El día de hoy recordamos que Dios padre encomendó la tarea de cuidado y protección de su amadísimo Hijo y de Su Madre a un santo varón, San José. En esta galería hemos resaltado algunas virtudes que necesitamos tomar de San José, especialmente los varones, para crecer como cristianos.




1. La influencia del Padre en el hijo

En nuestros días la idea del padre desvinculado de sus hijos se ha convertido en algo frecuente en nuestros pensamientos. San José nos recuerda el verdadero sentido de la paternidad. La presencia insustituible del padre en la educación de los hijos es algo que necesitamos volver a conquistar como sociedad. San José con el niño en los brazos nos lo recuerda, un padre amoroso y protector del cual los hijos puedan aprender y crecer seguros a su lado, incluso en las carencias y situaciones más difíciles.

San José conoce esas situaciones, él tuvo que proteger y sostener a María esperando al niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia Egipto, ser un extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del día con el sudor de su frente. «Cuando necesite ser buen padre, San José ilumina mi paternidad».



2. La alegría de ser un buen esposo

La fidelidad inquebrantable de San José es un signo contundente y firme frente a la imagen de un varón infiel, lujurioso, egoísta e incluso violento, que es tan común asumir como normal en nuestros días. Cuántas veces escuchamos, decimos y afirmamos que «todos los hombres son iguales» sin saber que con esta frase justificamos un comportamiento que achica la personalidad del varón, lo limita y espera menos de lo que realmente es. Lo priva de poder ser grande y desplegarse completamente.

San José pasó todas las pruebas que un esposo podría pasar: la duda frente a su propia esposa, el cuidado de un niño que no era de su sangre, la dificultad de un matrimonio casto. Recordemos que San José, a diferencia de María no fue concebido sin pecado, era así como tú y como yo. Su virtud y fortaleza son grandiosas y es prueba viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios puede hacer por medio de su gracia. «Cuando la dificultad de matrimonio me alcance, San José ven en mi auxilio y ayúdame a ser fiel».



3. La fortaleza física al servicio de la familia

La imagen de una masculinidad violenta hace que la fortaleza física no sea valorada como una virtud. Muchos niños crecen sin tener cerca a un padre del cual puedan aprender y valorar lo que es la virilidad. San José pone al servicio de su familia esta fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como misión el proteger, el ayudar, el servir. Una fortaleza que de ninguna manera sirve para el abuso de autoridad ni de ningún otro tipo.

Conocemos a un José siempre fuerte, nunca agresivo, firme pero no indiferente ni mucho menos insensible. Un hombre que demuestra seguridad y jamás arrogancia ni soberbia. Un padre que carga con todo el peso de su familia y es feliz haciéndolo. «Cuando la arrogancia aparezca, San José ayúdame a ser humilde».



4. El silencio, esa características que muchas veces encontramos tan irritante

El silencio de los varones es una característica bien conocida por las mujeres. Cuántas veces podemos incluso perder la paciencia por esos silencios prolongados de los esposos. San José también era un hombre silencioso, es más se dice de él; San José, santo del silencio. Tanto que aprender del silencio. San José en el silencio escuchaba la voz de Dios, no era un silencio indiferente ni estéril. No era un silencio que ignoraba o que buscaba pasar la página y evitar el confrontar o solucionar problemas. San José escuchaba, meditaba en su corazón para poder tomar las mejores decisiones para su familia y para él mismo. «Cuando el silencio sea indiferente, San José ayúdame a escuchar a Dios».



5. El valor del trabajo duro

En aquella época si el varón de la casa no trabajaba la familia no subsistía. San José obrero, carpintero de profesión, trabajó siempre por el sustento de su familia. La constancia de su trabajo, la seguridad de su familia. Imagínense el camino que se habrá tenido que abrir en Egipto, sin familia, sin apoyo de conocidos, extranjeros tal vez víctimas de prejuicio y discriminación, el trabajo de José era la única arma que tenían para subsistir.

De vuelta a Nazareth en su taller de carpintero siguió trabajando incansablemente, fue labor que heredó a su hijo para ayudar al sostén de su familia. Cuando el desánimo y la dificultad aparecen, San José es un gran ejemplo de tenacidad y trabajo arduo en todo momento por el bien de los que ama. «Cuando el trabajo canse, San José ayúdame a sobreponerme y seguir».



6. El valor del buen discernimiento

Las respuestas apresuradas y decisiones impulsivas sobre todo en época de crisis no son lo mejor. San José, incluso en una decisión tan dura como la de aceptar el embarazo de su prometida, decide repudiarla pero en secreto, meditando qué era lo que menos iba a perjudicarla, lo que menos escándalo iba a levantar. No lo hace apresuradamente, lo medita, lo «sueña», y en ese soñar escucha la voz de Dios a través de un ángel que sale al encuentro y lo aconseja.

El valor del un buen discernimiento tiene que ver con la prudencia, el silencio y la escucha a Dios. Este escuchar a Dios que se va afinando a medida que estrechamos nuestra relación con Él. «Cuando necesitemos del buen discernimiento, San José sal a nuestro auxilio».



7. Castidad y juventud

Al ser los primeros capítulos de Mateo y Lucas las únicas fuentes de la revelación sobre quién era San José, no es raro que los hombres hayan tejido distintas historias sobre este gran santo. De José sabemos poco, ha sido creencia frecuente pensar que era un viudo que tenía casi 90 años y se casó con una mujer muy joven. Esto parece estar muy lejos de la realidad, en aquella época los hombres se casaban muy jóvenes, San José al momento de desposar a María debió haber tenido unos 18 o 20 años. Sin embargo, la imagen del San José como hombre viejo caló dentro de la cultura popular y es por esto que muchos artistas lo han representado como un hombre mayor.

Puede deberse a la dificultad que representaba la relación virginal entre ambos. Dificultad que nace de la ruptura original. San José en este sentido, asistido por la inmensa gracia de Dios nos enseña que el fundamento de la unión conyugal es la comunión de amor, ejemplo para todo matrimonio. La unión de cuerpos debe responder a esa comunión de amor, sin embargo la misión de María y José no estaba en relación a ellos mismos sino al mismo Jesús y a la iglesia Universal. «Cuando el deseo desordenado me esclavice, San José ven en mi auxilio».



8. El trato familiar como ámbito de crecimiento espiritual y personal

Escuchamos que la familia es la iglesia doméstica, escuela de humanidad, imagen del amor de Dios. San José en este sentido nos enseña que la familia en un ámbito para crecer en santidad. La santidad de José sucedió dentro de la familia. Y así está llamada a ser la tuya y la mía, los esposos son guardianes mutuos de la santidad de la familia. Es ahí donde el amor crece, en entrega, donde nos olvidamos de nosotros mismos y nos entregamos por completo. Como nos decía el Papa Francisco: «por medio de ella se concreta la capacidad de darse, el compromiso recíproco y la apertura generosa a los demás, así como el servicio a la sociedad».

Es  muy probable que San José haya muerto antes de que Jesús entrara en la vida pública, ya que en las bodas de Caná no estuvo presente ni se habló más de él. De haber estado vivo seguramente hubiera estado presente al pie de la Cruz, tal vez lo estuvo en espíritu acompañando y consolando también el corazón doliente de su esposa. «Cuando nuestra familia se encuentre en problemas o esté rota, San José ayúdanos a repararla».

«En aquellos días, el Carpintero enseñaba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios cara a cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía en sus brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a Dios y le cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a Dios de la mano.  Jugaba con Dios y Dios era feliz con él. Y ni en la Gloria había más gloria que en la casa de José!»