domingo, 18 de abril de 2021

DESCANSA EN PAZ PADRE MARCOS TRUJILLO REAÑO, OBLATO DE SAN JOSÉ

   


PADRE MARCOS TEÓFILO TRUJILLO REAÑO (OSJ) MODELO DE HUMILDAD Y PARADIGMA DE MISIONERO EJEMPLAR, CAMINO DE LA VIDA ETERNA.

CONFESIONES DE UN DEVOTO AMIGO.

Al Padre Marcos Trujillo Reaño lo conocí en el año 2007 cuando ejercíamos labor docente en la Institución Educativa Monseñor Fidel Olivas Escudero de Pomabamba, venía en misión delegada como docente de Educación Religiosa y yo iba como docente de Comunicación. Lo cierto es que teníamos concepciones filosóficas muy diferentes y que sin embargo, el diálogo fue fundiendo cierta amistad que el tiempo se encargó de perennizarlo.

Al año siguiente me invitó a trabajar en el Colegio Parroquial “San José”, de cuya creación fue gestor principal y era a esa fecha el mentor de la novel institución bajo el lema “Ser extraordinario en las cosas ordinarias” filosofía de San José Marello, fundador de la Congregación Religiosa Oblatos de San José, Josefinos de Asti. Bajo la tutela del Padre Marcos, la institución fue creciendo, tanto que para el año siguiente nuestras aulas se vieron repletas, no cabía un estudiante más. Para este inesperado éxito contábamos con la presencia y apoyo de las Hermanas de Caridad Vicenta Gerosa y Bartolomea Capitanio “La Virgen Niña”, estaban entre ellas Sor Elena Portas Nossa, Sor Constantina Vigani y la Sor Judith Mori, y otras religiosas más, cuya labor proficua contribuía grandemente a dar fortaleza espiritual al personal de la institución. Es digno de resaltar el misticismo de Sor Constantina, el magisterio, disciplina y perseverancia de Madre y Maestra Sor Elena y la pulcra labor pedagógica de Sor Judith Mori.

La solvencia académica y la estatura moral del Padre Marcos Trujillo inspiraban confianza en los docentes y estudiantes, se vivía en un espacio perfumado de santidad y alegría, un aire de pascana recurría el patio del colegio donde todos nos sentíamos realmente en casa. Con motivo de conmemorar, el 30 de mayo, un año más de su llamada ante la presencia de Dios del Amadísimo Prelado que fue Monseñor José Marello, obispo de Acqui, realizamos con los estudiantes trabajos de investigación monográfica y para el aniversario de la institución programamos actividades religiosas y culturales, sendos concursos de danza, oratoria, declamación de poesías, canciones, teatro, el concurso de periódicos murales; las actividades deportivas no nos fueron ajenas, de manera especial el vóley y el básquetbol, todos los escenarios estaban abarrotados por padres de familia y la población que gentil y expectante acompañaba.

En el aspecto académico tratamos de cultivar “La pedagogía de la presencia” tal como lo había enseñado San José Marello, teniendo como puntos cardinales a la fe, la verdad, la disciplina y el servicio. Su filosofía de vida se resumía en su humildad tal como lo había percibido en San Juan Bautista y San Francisco de Sales y la sustentaba, diciendo hay que vivir la verdad, nuestra verdad. Repetía con Marello, “El ruido no hace bien, el bien no hace ruido” y bajo ese lema caminaba siempre austero y silencioso. Las situaciones adversas no las tomaba a pecho, pronunciaba con serena resignación “Paciencia y buen humor”, “Si haciendo eso es feliz, que lo haga y lo sea”. Luego sonreía… recordaba de Huari…. Su tierra natal, a su virgen protectora y al obispo Marcos Libardoni.

Algunas tardes, sosteníamos kilométricas charlas, respecto de la iglesia y los documentos papales. Admiraba al Papá Juan Pablo II, buscaba cumplir al pie de la letra con los estudiantes la Exhortación Apostólica “Redemptoris Custos” o el Custodio del Redentor, sentía que los intereses de Jesús, eran los de los estudiantes, definitivamente sentía asumir la custodia de los tesoros más preciados, es así como hacía de su vida un servicio en beneficio de los demás. Fue un apóstol de los jóvenes. Requería coadyuvar a estos afanes paternos las palabras relacionadas con el saludo del Ángel Gabriel en la anunciación y hablaba de la “Redemptoris Mater”, desembocando en las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Luego se quedaba mirando y repetía necesitamos laicos verdaderos y óptimos cristianos.

La Doctrina Social de la Iglesia era de sus mejores temas, lo asumía y bien lo aquilataba, lo entendía como una doctrina teológica, no como una ideología ni como “una tercera vía” entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista; decía que era una cuidadosa formulación del resultado de una reflexión sobre las complejidades de la vida del hombre y la sociedad. Miraba el Relativismo y sentía asfixiarse ante el Positivismo, doctrina esta que miraba con mucho reparo. Reflexionaba sobre los postulados de la “Rerum Novarum” y defendía con fervor. Yo, un tanto agnóstico lo miraba, y me quedaba mirando mientras predicaba. ¡Escucha, mira! Con tus ojos ateos - me decía y luego se reía, dándome sendas palmadas en el hombro. Yo, me quedaba meditando, un tanto saturado en los hontanares del existencialismo, pensaba en Heidegger, en Kierkegaard, en Nietzsche y mis adentros trataba de conciliar tendencias diametralmente opuestas. Afuera, la campana llamaba para la misa de las siete de la noche. Al poco rato ya estaba en la Sacristía.

Otras tantas tardes, charlamos extenso acerca de las Confesiones de San Agustín de Hipona, su célebre frase: “Yo no existiría si tú no estuvieras en mí y yo en ti”, y los sacrificios de Santa Mónica, la madre que sufría por los pecados de su hijo, hasta su postrera conversión. Una Carta Encíclica que nos costó analizar por la profundidad de sus mensajes fue “Fides et Ratio”, sobre las relaciones entre la fe y la razón…esas dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad… iniciando desde la exhortación “Conócete a ti mismo” frase esculpida en el dintel del templo de Delfos, con la cual inicia esta hermosa carta encíclica. Admiraba al apóstol Pablo… y se prosternaba ante Gamaliel. El “Verbum Domini” o Dominio del Verbo y sus tres grandes partes: “Verbum Dei”, “Verbum in Ecclesia” y “Verbum Mundo”, en la parte de la introducción nos interesó mucho la Cristología de la Palabra”.

Lo cierto es que nuestra conversación giraba en torno a sendos documentos papales, entre ellos: “Caritate in veritate”, “Spe Salve” sobre la esperanza cristiana de Benedicto XVI, un tema muy interesante y motivo de vida dirigida por Pablo a los Romanos, que aborda en esencia temas relacionados a las tres virtudes teologales, “Veritates Splendor”, Jesucristo Luz verdadera que ilumina a todo hombre. No nos fueron ajenos otros tantos documentos como: “Divini Redempotris” “Non Abbiamo Bisogno y “Mit Brenender Sorge” tres cartas encíclicas que refutan al Comunismo, al Fascismo y al Nazismo, respectivamente.

Debo manifestar que las cartas encíclicas que a mi más me agradaron fue “Mater et magistra”, “Popularum progressio”, “Pacem in Terris” y “Lumen Gentium” ; en síntesis, fueron muchos los documentos papales de las cuales charlamos tanto que hicimos una buena costumbre a cerca de ellas. En medio de estas conversaciones, nos sorprendió diciembre, la clausura del año escolar, la Natividad y el Año Nuevo. Así terminamos un año y vino el siguiente. El Padre Marcos viajó para Lima a sus acostumbradas reuniones vacacionales y de retiro espiritual. En febrero circulaban versiones de que el Padre Marcos ya no volvía y así fue. A fines de febrero, vino solo a recoger sus “cosas”, llegó a Pomabamba y nos llamó a todos. Nos dijo que se iba para Chimbote, que era orden de sus superiores y como sacerdote obediente tenía que cumplir una nueva misión. La feligresía ofreció una cena de despedida. Al momento de su partida, estuvo Víctor, Alfredo, ya joven, protagonista del milagro de “Ranquish” a quien así lo llamábamos; y yo. Sus ropas deportivas se los obsequió a Víctor y a Alfredo, el Padre jugaba al fútbol, jugábamos… a mí me obsequió una medalla de la virgen María y un libro titulado “Cómo criar a los niños”. Entró en su habitación y salió con una caja de leche en los brazos, yo pensé que nos iba repartir el contenido, cuando de pronto ¡Oh! Sorpresa lo que llevaba eran unas cuantas prendas con las cuales cubría su cuerpo. Así se fue el Padre Marcos de Pomabamba, no llevó nada consigo, ni volvió por nada más... solo por la Palabra.

Pasado algunos años, retornó para Pomabamba y lo primero que hizo fue celebrar la Santa Misa, estuvo dos días y luego se marchó. A los años siguientes cumplió su misión sacerdotal en Huaraz. Luego partió para Salamanca España, tocaba hacer un doctorado en Teología en la misma universidad donde de Fray Luis de León ejerció cátedra y fue demandado por sus adversarios ante la Santa Inquisición, acusado de herético y judaizante por haber traducido al español el “Cantar de los Cantares”, de Salomón, traspasando la prohibición del Concilio de Trento y por sostener que el texto hebreo de la Biblia era superior a la Vulgata, traducción latina hecha por San jerónimo.

En España ejerció el sacerdocio con singular humildad, siendo muy querido por la feligresía. Nos mantuvimos en permanente contacto, la nostalgia por la querencia le hacía muy activo en las redes sociales. Lo cierto es que retornó mucho más leído, había madurado más intelectualmente y así lo demostraban los textos religiosos que publicaba. Sus superiores lo designaron como Párroco de San José de Sisa, en plena selva, donde cumplió a cabalidad su labor misionera llevando la Palabra de Dios a los lugares más humildes, apartados y montañosos, ya a pie, ya a lomo de caballo, ya a mototaxi, cruzando selvas y montes, sorteando alimañas y admirándose de la madre naturaleza, se le veía predicando las palabras en etnias selva adentro. No dejaba de leer, con emoción profunda me leía fragmentos de “La Rebelión de las masas” del filósofo español Ortega y Gasset. Debatimos y discutimos muchas veces, pero siempre del margen del respeto y la tolerancia. Yo la inquiría siempre acucioso, a veces intransigente y él me respondía siempre paciente…

En esos afanes misioneros se topó con la maligna y letal enfermedad COVID 19, él la ignoró basado en su profunda fe religiosa, lamentablemente le enfermedad deterioró sus pulmones y desgastó su salud sufrió con Cristo los más acerbos dolores en toda la Semana Santa, hasta que el jueves 15 no pudo alentar más y asistió al llamado de Dios a los 51 años de edad, misma edad que murió San José Marello.

Hoy ya no está más físicamente entre nosotros, aunque su recuerdo pervivirá inmarcesiblemente. Como amigo personal, doy fe que fue un sacerdote humilde y austero, siempre preocupado por los intereses de Jesús y de la iglesia, llevó la palabra a los lugares más lejanos de la provincia. Su esbelta figura permanece en mi retina y sus palabras repercuten en mi memoria. Es y será un modelo de sacerdote para sus hermanos menores, vivió y trabajó por el bien de la iglesia y de la humanidad, su joven y pronta partida, nos ha sorprendido aumentando el MARTIROLOGIO DE LA IGLESIA CATÓLICA.

Fue así como pasó por la vida nuestro querido amigo y ministro de Dios, reverendo Padre Marcos Teófilo Trujillo Reaño, grande Oblato, camino de la vida eterna. Descanse en Paz, recordado e inolvidable Padre Marcos Teófilo, el elegido de Dios.

CONCÉDELE, SEÑOR, EL DESCANSO ETERNO Y BRILLE SOBRE TU SIERVO LA LUZ PERPETUA.

Tu devoto amigo.

Fredy H. Vara Reynoso.



 

ESTIMADO AMIGO
 MARCOS TRUJILLO REAÑO OSJ.

Compartimos la vida del semanario, juntos hilamos amistad que duraría hasta el final de su vida. Éramos paisanos, ambos de la provincia de Huari, él del corazón y yo de la periferia, de al pie del túnel de Cahuish. En el semanario compaginas tiempos bellos, a decir de padre Lusso. Los años de semanario, fueron gratos, juntos prestábamos servicio a la comunidad en la peluquería. En la hora de estudio éramos terribles. A los dormilones le hacíamos la vida imposible. Estuve en su ordenación sacerdotal el 1 de noviembre, junto con el padre Miguel Píscopo, provincial entonces. De sacerdote compartimos muchos puntos de vista pastoral, lo que vimos a los primeros oblatos. Era sacerdote tradicional en cuestión de fe y costumbre. Su partida es muy sentida por mí, creo por sus amigos. Espero desde las altas cumbres celestiales siga aclamando el amor que debemos a Dios, aliente nuestras páginas diarias en el quehacer de la vida cristiana. Que aprendamos a ser celosos con las cosas de Dios, como fue Marcos. Noble amigo goce de Dios, en la presencia de la Virgen María y de San José. Dios consuele a sus familiares, dé fortaleza para seguir con paso firme alcanzar a Dios. Marcos, goza de las caricias de Dios, desde el altar celestial míranos con el mismo cariño y ternura que tuviste en vida entre nosotros.

Padre Ricardo F. Vega Garay OSJ










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