viernes, 23 de noviembre de 2018

IMÁGENES DE SAN JOSÉ MARELLO



Parroquia San Carlos Borromeo, Chimbote, Perú

FOTOGRAFÍAS - CHIMBOTE - BEATIFICACIÓN 5 DIC 2015








FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 25


FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 25
¡QUE FE, AMIGOS, QUE FE!



“Hay que avivar la fe, ésta es la antorcha que debe abrirnos los nuevos y difíciles senderos de la virtud”. (San José Marello)



El Señor Cerrato era un ciudadano de Asti, rico, o, a lo menos, de condición holgada. En una fase ya avanzada de su vida decidió abrir un hospicio para ancianos e inválidos, institución que mucho se deseaba en la ciudad de Asti.

Todo caminaba bien por un cierto tiempo. Pero la obra creció demasiado rápido, creando un motón de problemas de economía y administración, y el señor Cerrato no podía sostenerla. También porque su edad seguía avanzando velozmente y la salud no lo acompañaba mucho.

No tenía ningún deseo de ver su obra malograda. Y así tomó la decisión de buscar a alguien dispuesto a cargar con la responsabilidad económica y moral de la obra.

El párroco de la catedral de Asti a quien el señor Cerrato se había dirigido, porque la obra se encontraba en su jurisdicción, comprendió de inmediato que la única persona capaz de aceptar y dirigir la obra era el Canónigo Marello que poco antes había fundado una congregación religiosa.

Por eso el Can. Sardi, párroco de la Catedral y el señor Cerrato fueron a visitar a José Marello.

En verdad, éste que ya estaba sobrecargado de trabajo y responsabilidad, habría podido, y tal vez, debido contestar negativamente. Tenía ya tantas preocupaciones por la nueva institución religiosa de los Oblatos, que apenas empezaba a caminar.

En conciencia, según nuestro parecer, podía amablemente, pero con firmeza, contestar que no era posible. En cambio, a pesar de los miles de motivos en contra, contestó inmediatamente con un bonito "sí".

Su corazón no podía negarse a una obra que era la mejor realización de aquella bondad que la mamá le había infundido en los años de su infancia. Además él tenía fe en Dios, en la gran Providencia, de la cual esperaba grandes ayudas también para la Congregación.

En media hora el asunto, económicamente una locura y humanamente imposible, fue concluido, y sobre los hombros del joven sacerdote cayó la avalancha de otras mil preocupaciones.

¿De dónde, por otro lado, sacaría tanto dinero para continuar la obra? ¡La Divina Providencia proveerá!

Así son las fantásticas "locuras" de los Santos. Y siempre logran su intento: es sólo cuestión de Fe, y Fe muy profunda.

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 24


FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 24
UN NUEVO CAMINO A LA SANTIDAD



“A quien quiera seguir de cerca al Divino Maestro con las observancias de los consejos evangelicos esta habierta la casa de San José.”. (San José Marello)



El 14 de marzo de 1878 en la capilla del orfanato del Michelerio en Asti cuatro jóvenes, de los cuelas conocemos los nombres: Jorge, Pedro Luis, Vicente, Luis (en italiano: Giorgio, Pietro Luigi, Vincenzo, Luigi) aceptaban del sacerdote José Marello la invitación a empezar una nueva, moderna sociedad religiosa, que más tarde sería la congregación de los Oblatos de San José.

Era un gesto de gran coraje, porque no les hacia ninguna promesa de futuros triunfos; más bien todo parecía que terminaría en una pobre aventura, tanta era la pobreza.

Pero aquí estaba la característica de la nueva obra: exactamente en estar desligado de todo estorbo y traba material, para un lanzamiento desinteresado y total.

No hubo ningún vino de honor para celebrar la fecha, la “miseria” no admitía ningún despilfarro. El cuarto donde los cinco habían izado su bandera contenía muy pocas cosas. Lo más sobresaliente, que era centro y símbolo de todo: una estampa de San José, sin marco.

Pero San José era, por voluntad del fundador, el titular, el Gerente, el empresario de la nueva sociedad. Era el Modelo que debían dar el nuevo estilo de apostolado que constituía la base de la congregación.

José Marello quería proponer al mundo la bellísima familia de Nazaret y la nueva sociedad tenia que hacer revivir las grandes glorias de la Sagrada familia: trabajo, silencia, Amor.
Más que todo amor de familia. Dios siempre ofrece nuevas formas de Santidad a las nuevas civilizaciones.

El Michelerio era un orfanato fundado en 1860 por el Can. Cerruti y la señorita Michelerio y trasladado al nuevo edificio del Gesú en enero de 1873, antiguo convento franciscano, expropiado por el gobierno italiano años antes, y ahora comprado con el permiso de la santa sede para devolverlo a uso religioso.

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 23


Semáforo 23
FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 23
VERDADEROS FRENOS “DE PODER”



“Seamos mansos de corazón, practiquemos la mansedumbre, la humildad, la dulzura: se gana más con la dulzura que con la rudeza. Aprendamos de nuestro Divino Maestro que era toda dulzura y suavidad.”. (San José Marello)




También esta vez es don Cadario quien nos habla. Esto pasó en el comedor del seminario de Asti.
Aquel día me tocaba a mi leer durante el almuerzo, como se acostumbraba hacer en los seminarios y los internos en aquel tiempo durante la comida…
Todo seguía normal hasta un cierto momento. Después no sé qué me vino en mente. En lugar de leer del libro que yo tenía en manos, empecé con bastante malicia a inventar “historias” muy extrañas… entre otras cosas saqué la historia de un rey de África que hacía tonterías y media; en fin, yo estaba diciendo fanfarronadas de tal magnitud que todos se pusieron a reír. Yo mismo e sentía arrastrado por las carcajadas de los seminaristas y no podía seguir adelante.
El Can. Marello que controlaba la discplina se me acerco con la cara encendida.
En verdad yo esperaba, todos esperaban, un cocacho o una bofetada, un gesto violento que yo me había merecido.
Nada. Me miró largamente, yo leía en sus ojos un disgusto tan grande… me quede muy mal, peor que si me hubiera castigado. Me hizo volver a mi asiento.
Ya no pude comer: el silencio se apodero de todos hasta terminar el almuerzo.
Yo sentía que había hecho una muy mala fugada y algunos de mis compañeros me lo hicieron notar.
Después del almuerzo fui a buscar al canónigo:
- Señor Canónigo, grite llorando, no volveré a hacerlo.
- Por supuesto, -respondió sonriendo-. No debes hacerlo nunca jamás. No le gustaría al Señor.

Pero paso tiempo antes que dejara de llorar amargamente. Esta forma de autocontrol de Marello creo que salvo al muchacho de una posible mala reacción. Al fin, había si o solo una broma.


Es cosa buena dejar que pase la cólera antes de castigar.

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 22


FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 22
AMOR A LA JUSTICIA


“Desprendamos el corazón de las cosas de la tierra: los esfuerzos, los sacrificios que tenemos que hacer no son nada en comparación con la paz del corazón y la recompensa eterna que nos da el Señor”. (San José Marello)



José Marello respetaba la justicia escrupulosamente. Con respeto a esta virtud tenemos un acontecimiento muy bonito, como lo cuenta el Hno Benedetto Coppo, una de las figuras mas simpáticas y alegres de los Hermanos Coadjutores.
Hay que saber que el Hno. Benedetto no era solo el sastre del Instituto de Santa Chiara, era también el maestro de ceremonias y gran sacristán en nuestra iglesia. ¡Una iglesia a la cual le hacía falta muchas cosas! Y así el Hno. Benedetto se las ingeniaba para juntar cuanto necesitaba para las sagradas ceremonias.
Como él tenía mucha amistad con el sacristán de la catedral de Asti, el Señor Ferraris, un día le dijo:
- Escúcheme, ¿no tiene usted, señor Ferraris, un cáliz de segunda mano para prestarme para Santa Chiara?
Ferraris, que para el Can. Marello habría hecho cualquier cosa, pensó un momento; y después dijo:
- Para Santa Clara tengo todo. Venga, Venga.
Y regalo al Hno. Un cáliz de metal repujado, que ya no se usaba.
- Tome esto; no es nuevo, pero está todavía bueno. Aquí hay tantos y esto no sirve. Nadie se dará cuenta de la falta, estoy seguro.
Pero el Can. Marello se dio cuenta inmediatamente al ver aquel cáliz nunca ante visto en la sacristía de Santa Chiara.
- Hno. Benedetto, -dijo-, ¿Cómo es que esta aquí? Me parece haberlo visto en la sacristía de la catedral…
- Sabe, Padre, me lo ha dado el señor Ferraris, porque allá no lo necesitan. Se lo he pedido yo…
Hno. Benedetto, no es una cosa justa. El Señor Ferraris no está autorizado a hacer regalos de esa clase. Ahora habrá que indemnizar a la Catedral.


Y así se hizo, naturalmente él lo hizo.

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 21


FRENTE AL SEMÁFORO
RESPETO A LOS JÓVENES
Semáforo 21


“Que San José nos enseñe como cuidar a nuestros alumnos, o mejor, que ellos mismos los cuide”. (San José Marello)




Lo cuenta Don Pedro Cadario, en aquel tiempo alumno de madia en el seminario de Asti. Así dice el:

“En 1974 el Can. Marello era profesor de religión en el seminario. Su hora de clase era la más esperada.

Pero una vez yo, joven seminarista de Castagnole Monferrato, pienso que no había podido prepararme para la siguiente clase de historia. Mientras Marello explicaba su lección, yo, medio escondido detrás de un alumno, me puse a estudiar historia.
El profesor que tenía los ojos bien abiertos controlando a los alumnos con la mirada, fácilmente se dio cuenta de lo que estaba haciendo yo.

No me grito: pero me di cuenta que me había descubierto. Me esperaba una pregunta repentina que me habría hecho hacer un papelón ante todos ms compañeros… empecé a ponerme rojo, agitado por el miedo.

No paso nada. Pensé que me llamaría al salir de la clase para darme una buena reprimenda. Así se hacía en aquel tiempo. Nada.
Mi conclusión fue que él no se había dado cuenta, probablemente, y que mi miedo era fruto del remordimiento de la conciencia.
Pero al terminar la lección siguiente, el Can. Marello hablo con tanta fuerza del deber de prestar atención a la lección del catecismo, que yo entendí muy bien que el indirectamente hablaba de mí: habían querido corregirme sin avergonzarme ante los alumnos.
Nunca pude olvidar tanta delicadeza hacia mí, que era solo un muchacho.

Como se decía antiguamente: al muchacho se le debe el máximo respeto.